jueves, 14 de abril de 2011

Aquel día me di cuenta de que la vida, no es tan bonita como parece.

Estaba en mi cuarto, escuchando el último disco de mi grupo favorito. Eran las vacaciones de Semana Santa. De pronto se acabó la batería de mi mp4, siempre se acaba en el momento más oportuno. Fui al salón, buscando el cargador, siempre me lo dejo por ahí tirado, y luego ando caldeando a mi madre para que me ayude a buscarlo. Cuando llegué al salón, me quedé helada. Siempre he pensado que mi padre era un poco, agresivo, a mí siempre me dió la impresión de que me odiaba, nunca me daba besos, ni me regalaba cosas por mi cumpleaños, era mi madre la que siempre hacía esas cosas. Ella decía que era de parte de los dos, pero yo en realidad sabía que lo hacía ella, a mi padre siempre le hemos importado un carajo. Cuando entré en el salón, confirmé mis sospechas. Mi madre estaba llorando, a lágrima viva, tapandose la cara con las manos. Todo el salón estaba revuelto, como si hubiera pasado un huracán por allí. Pero en realidad, había sido algo peor que un huracán. Ayudé a mi madre a levantarse, e intente averiguar que era lo que había pasado. Ella estaba temblando, asustada, como si hubiese visto al mismísimo demonio. Cuando descubrí la cara de mi madre, no me lo podía creer. Yo había oído hablar del maltrato de género, a través de esas charlas que nos dan en el instituto, pero nunca pensé que pudiera ocurrirle a alguien de mi entorno, nunca pensé que pudiera ocurrirme a mí. Entonces fue cuando me di cuenta de que la vida no es tan bonita como parece, que los cuentos que acaban con un ''y fueron felices y comieron perdices'' no exísten, que la vida te da palos, y no solo literalmente, y lo peor, que si seguíamos en esa casa, probablemente no lo contaríamos.  


MPCG